¿Cómo afecta el invierno a nuestra piel? En este post te lo contamos todo junto a los consejos para protegerla de cara al frío y evitar problemas como sequedad, irritación, rojeces o tirantez, especialmente, en las pieles más sensibles.
Nuestra piel no es ajena a los cambios de temperatura propios del invierno. Con la llegada del frío, un órgano como la piel sufre diversos efectos negativos, especialmente las pieles más sensibles que, al ser más finas, sufren una mayor irritación, tirantez y rojeces. Por ello, en esta época del año requerimos de unos cuidados específicos y cambios en nuestra rutina de belleza para dar respuestas a esas nuevas necesidades, con el objetivo de evitar que la piel sufra y se deteriore.
Estos cuidados deben ser especialmente intensos en las zonas más expuestas al exterior, como las mejillas, labios, cuello o manos, que son las zonas que más sufren las inclemencias del tiempo. Para paliar al máximo los efectos del viento o las bajas temperaturas, te proponemos una serie de consejos y rutinas para proteger la piel y darle los mejores cuidados. ¡Toma nota, que empezamos!
Hay pocas cosas en invierno que apetezcan más que una ducha calentita. Sin embargo, para la salud de la piel es menos perjudicial una ducha con agua tibia y, en la medida de lo posible, una vez al día para no aumentar el índice de deshidratación de la piel. Además, te recomendamos usar un gel suave, con ph neutro y testado dermatológicamente.
Es muy importante hidratar la piel con mayor frecuencia ya que con ello conseguiremos que esté más elástica y, por tanto, evitaremos que se produzca la rotura de capilares al pasar de un ambiente cálido a uno húmedo. Por tanto, la hidratación a diario de todo el cuerpo es nuestra gran aliada, especialmente en las zonas más expuestas.
Al igual que la hidratación, es importante exfoliar la piel semanalmente para limpiarla de células muertas, residuos e impurezas y conseguir que el producto hidratante sea más efectivo. Son, por tanto, un dúo ganador en esta época del año.
El frío provoca en la piel, entre otros efectos, que la circulación en los vasos sanguíneos sea menor. Por ello, es recomendable acudir a productos específicos, como por ejemplo un sérum, para darle a la piel una dosis extra de nutrientes, fortaleza, protección e hidratación. En esta época del año suelen demandarse mucho los sérum para combatir las rojeces e hidratación y las cremas hidratantes específicas para las manos.
No por estar en invierno nos debemos olvidar de proteger la piel de la exposición solar, especialmente, en altitudes elevadas o en terrenos con nieve.
La piel de los labios es otra de las grandes damnificadas en invierno, ya que tiende a agrietarse y los labios están más secos. Además, tendemos a chuparlos para aliviar esa sensación de sequedad, pero con ello lo que estamos haciendo es agravar el problema y que se sequen aún más. Ante esto, recuerda hidratar los labios varias veces al día con protector o bálsamos labial para evitar que esto ocurra.
En invierno es muy común padecer cambios de temperatura bruscos al pasar, por ejemplo, del ambiente cálido de casa o el trabajo al frío de la calle, y viceversa. Estos cambios aumentan el riesgo de que aparezcan capilares dilatados, irritaciones o arañas vasculares en las mejillas. Igualmente, pasamos más horas en espacios cerrados con calefacción, que genera un ambiente más seco, y por ello la piel muestra un aspecto más seco y apagado. Por ello es importantísimo, como comentábamos anteriormente, hidratar muy bien la piel. Consejo: si trabajar muchas horas frente al ordenador en un espacio cerrado, un buen aliado es un pequeño aparato humidificador que ayude a regular la sequedad del ambiente y por tanto paliar los efectos negativos sobre la piel.
Una dieta equilibrada y l correcta ingesta de agua, como en cualquier época del año, tiene también sus efectos claros sobre la piel en invierno. En cuanto a la dieta, es recomendable aumentar el consumo de vitamina C y antioxidantes y tratar de beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día para mantener la piel más elástica e hidratada.
Además de seguir todos estos consejos para tratar de combatir los efectos del frío y el invierno sobre nuestra piel, hay situaciones en las que recurrir a un tratamiento facial específico es la medida más efectiva para mantener una piel sana y resistente, especialmente en pieles sensibles, irritadas y con tendencia a las rojeces.
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